Cinefilia: Toy Story 3

¿Quién no se ha preguntado qué hacen los juguetes cuando no los miramos?

- Espera, Jesse, ¿qué pasará con Woody?
-Estará bien, se lo lleva a la universidad. Nosotros tenemos que irnos.
-Es verdad. Vamos.
-¡Buzz!
-¡Woody!
-¿Qué está pasando? ¿No veis que esa caja es la de los donativos?
-Todo controlado. Tenemos un plan.
-Nos vamos a la guardería.
-¿A la guardería? ¿Es que habéis perdido la cabeza?
-¿No lo has visto?, Andy nos tiró a la basura.
-No, no, no, no, os estaba subiendo al desván.
-¿Al desván? ¿Y cómo acabamos en la basura?
-Por una confusión. Su madre creía que erais basura.
-Ya, y por eso nos metió en una bolsa de basura.
-Y nos llamó chatarra.
-Ya, ya, no suena bien, pero chichos, debéis creerme.
-Claro, universitario.
-Andy sique su camino, Woody, y haremos lo mismo.

Pixar lo ha vuelto hacer. Ha vuelto a enamorarme.
Cuando entré a ver Toy Story 3 estaba nerviosa. Habían pasado ya once años desde que viera la segunda parte y no podía imaginar cómo podrían superarse en Pixar, porque hay que reconocer que Toy Story y Toy Story 2 habían dejado el listón muy alto, pero ellos saben obrar magia y trasladarte al mundo de Woody y sus amigos.
Y empiezan a proyectarla, la sala a rebosar, la gente se retuerce en sus asientos, los niños miran la pantalla expectantes, los mayores estamos nerviosos. Y aparece flexo. Y empieza la magia Pixar -porque, queridos míos, Pixar ha obrado más magia que la propia Disney, y si no, mirad las maravillosas Up y Wall-e -. Se escapan las risas, pequeños gritos de ansiedad, la gente agarra con fuerza los reposabrazos de los asientos. Algunos sonreímos y gritamos "Totoro". Respiramos aliviados de vez en cuando y las lágrimas se nos agolpan en los ojos a ratos. Muchos ratos. Y sufrimos, sufrimos mucho durante los últimos 20 minutos de la película.
Es una película intensa, muy intensa. Y, en mi opinión cuenta con una de las mejores escenas jamás escritas en la historia del cine.
Cuando termina la película, el público rompe en aplausos y vítores, de manera escandalosa, como nunca había presenciado en el cine, niños y mayores, porque sabes que has visto algo mágico e increíble, una película que, a los mayores nos invita a reflexionar sobre qué fue de aquellos juguetes que teníamos. No miento si os digo que cuando llegué a casa comprobé que estaban en una caja, guardados, esperando, quizás, a mis hijos.
Cuando ves a un padre llorando y a su hijo preguntando: Papá, ¿por qué lloras?; te das cuenta de la fuerza que tiene la película.
¿Infantil? Quizás, pero es sin duda una de las mejores películas que he visto.
Gracias Pixar por existir.