Hace unas horas, no llega a ser un día completo, mientras twiteaba con otros colegas bloggeros, empezamos a hablar de lo extraño y poco frecuente que parecía ser que en la literatura juvenil nos presentaran un protagonista LGBT. No un personaje secundario, o incluso terciario, sino un PROTAGONISTA. Ya sea que le gusten los chicos o las chicas, sea cual sea su género, que no se sienta identificado con el sexo que le ha tocado o que haya nacido intersexual –que de esto hay muy poca información–. ¿Es que a caso nadie se atreve a abordar el tema en la literatura juvenil? ¿es que nadie se atreve a dar un giro en otra dirección que no sea la "adecuada"?
Falso.
Hay montones de novelas de esa temática escritas por autores de todo el mundo. Sin embargo, existe una especie de reticencia en el mercado español –por no decir la mentalidad– a rechazar el, llamémoslo, género. ¿Y en qué me baso para decir eso? En que he sido testigo del fracaso de un género manga, el yaoi, demandado por miles de lectores en España, pero que, cuando ha llegado a las librerías, ha pasado sin pena ni gloria, obligando a las editoriales a no apostar de nuevo por el género, a pesar de las demandas, y es que, seamos sinceros, si tratas de hacer algo diferente y no sale bien, lo lógico –que no siempre es lo correcto– es no volver a intentarlo. Lógica estúpida porque existiendo una variedad tan amplia de productos es imposible que todos fracasen.
¿Pero qué pasa con la literatura?
Honestamente, desconozco lo que sucede a ciencia cierta puesto que fuera del ámbito juvenil no conozco cómo está el panorama con certeza, pero estoy bastante segura de que en nuestras librerías pasamos los dedos por el lomo de libros que puedan contarnos historias de este tipo. De hecho, en mi librería habitual hay un pequeño apartado dedicado exclusivamente a novelas LGBT, pero por lo poco que he ojeado, tiran más a lo erótico –que hay de todo, pero el contenido, en general, es para público adulto– que a lo que realmente nos interesaría, que, al menos para mí, son las implicaciones sociales, los problemas familiares, los amigos, las primeras experiencias, el descubrimiento, y no hay nadie mejor en el mundo para reflejar esa situación que un adolescente que está descubriendo su sexualidad. Y, señores, no es necesario que sea una novela dramática que lidie con el problema desde la marginación, se puede abordar de mil formas y una muestra la tenemos en el mercado estadounidense, donde las novelas con temática LGBT no son algo tan escaso y hay para todos los gustos.
Sé que hay gente LGBT que lee este blog y también sé que no soy la única que desea que las cosas cambien. Todos estamos cansados de una sociedad que de cara es muy tolerante pero luego rechaza de manera casi sistemática los productos que contienen LGBT, ya sean cómics, novelas o películas –sí, hay gente que se escandaliza cuando digo que Brokeback Mountain es una película preciosa, ¡como si fuera algo malo!–.
Es necesario un referente LGBT en la literatura juvenil en España. No se puede pretender crear un ambiente de tolerancia si todos los libros que inundan nuestras estanterías exponen un modelo de romance que no es real. Nuestros adolescentes tienen dudas y necesitan verse reflejados en aquello que leen, no todos son heterosexuales, no todos aspiran a un amor de película, de hecho, lo que los adolescentes quieren es ser aceptados y felices sea cual sea su condición.
Hay casos en nuestras estanterías como Cazadores de Sombras o Eternos en los que se introducen personajes homosexuales, pero pocos son los ejemplos en los que son protagonistas y tampoco se ahonda demasiado en la historia personal de estos personajes, que si bien llegan a resultar muy atractivos, parece que existe una cierta reticencia a darles más peso. Partiendo una lanza a favor de nuestro mercado literario, hay una novela que no he tenido el gusto de leer, escrita por Nando López, La edad de la ira, que se ha hecho un hueco relativamente importante por el tema que ahonda y que, si no me equivoco, es lectura obligatoria en algunos centros (BRA-VO). Sin embargo, y a pesar de que podría ser perfectamente una novela orientada al público juvenil, puesto que su protagonista es un adolescente, no la encontraremos entre esos libros, ¿por qué? Es una novela dura, con una historia realmente potente, sobre un joven que asesina a su padre y los motivos que lo llevan a ese trágico desenlace, pero ¿a caso creen que resultará un trauma que un chaval de catorce años abra las páginas de un libro y descubra que su protagonista es homosexual? ¿no es necesario mostrar una realidad que existe, que nos cuentan en los periódicos?, y en el caso de otras novelas que también ahonden la homosexualidad ¿no es a caso eso más enriquecedor empezar a conocer también estas historias que seguir fomentando el "amor correcto" en la literatura? ¿no se dan cuenta autores, editores, libreros, profesores de que es necesario que los jóvenes comprendan que su elección sexual es algo normal y que no deben sentirse mal o discriminados por ello?
Empecemos por los libros, leamos historias fascinantes con chicas que no se enamoren del chico guapo del instituto sino de la chica, de chicos que no vayan detrás de la animadora sino de su compañero de clase, de jóvenes que no se sientan a gusto en su propio cuerpo. Esas historias también son reales, también suceden cada día y también merecen ser contadas, oídas, leídas, escritas, publicadas, traducidas y amadas.
Sin embargo, como he dicho brevemente antes, la situación fuera de España es algo distinta en el panorama literario –en la vida real, lo cierto es que se producen crímenes homófonos en cualquier lugar del mundo y no pasa mucho tiempo sin que sepamos de algún triste caso de un joven que se ha suicidado o lo han matado por culpa de su condición sexual–. Hay listas enormes de libros publicados en Estados Unidos cuyos protagonistas dudan de su sexualidad, experimentan, descubren. Tuve el placer de leer Ash de Malinda Lo, y es una novela de fantasía, y aún así refleja muy bien la problemática, no pensemos que para abordar el problema es necesario hacerlo desde la novela realista, como es el caso de la ya mencionada La edad de la ira, porque no es así. En un mundo tan amplio como es la literatura juvenil, en mentes que están abiertas a todo, que todavía están madurando, que están ansiosas de experiencias, ¿qué mejor público que ese para contarles estas historias? ¿qué mejor manera de contarlas que a través de ellos?
Sí, lo pido. Quiero que traigan novelas juveniles con protagonistas LGBT y lo creo necesario porque para educar en la tolerancia hay que ver todas las caras de la moneda y el colectivo LGBT merece tener un hueco más importante en nuestra literatura, en nuestros colegios y en la educación de niños y mayores.